Os seguimos contando la «Historia de los 7 Reyes de Roma» una historia llena de pasión, amor y traición digna de la mejor novela del momento.
Cuando murió Rómulo (en extrañas circunstancias; probablemente fue asesinado), le sucedió Numa Pompilio y al igual que su predecesor, su historia está envuelta en la leyenda. Estamos en el año714 a.C
Cuentan que Numa era considerado un hombre bueno y justo y por eso le eligieron como Rey de Roma; tenía cuarenta años cuando le ofrecieron el trono que rechazó diciendo: “¿Por qué queréis que abandone mi casa, donde tengo una vida dulce y tranquila, para ir a tomar una corona que ofrece tantos peligros? No me gusta la guerra porque no hace más que daño a los hombres, y los romanos están acostumbrados a una vida que no convendría con mis gustos. Respeto a los dioses, que ellos no conocen y que deberían temer, y no podría hacerlos todo el bien que quisiera; dejadme pues vivir tranquilo en mi casa como hasta el día, y volveos a Roma sin mi.”
Después de mucho insistir, aceptó y fue llamado Numa Pompilio «El Piadoso» porque haciendo honor a su fama fue un rey pacífico y el fundador de la religión romana. Numa murió a los 84 años después de más de 40 años de paz para su pueblo.
En esta época, después de la muerte de un rey se producía un tiempo “inter-regno” en el que el Senado decidía quién sería el siguiente gobernante.
Y fue Tulio Hostilio, “El Guerrero” el 3º Rey de Roma.
Podemos intuir desde entonces de dónde procede la palabra “hostilidad”. Tulio Hostilio organizó militarmente a los romanos y les enseñó a pelear. Quiso conquistar más territorios, entre ellos Alba Longa (reino del que procedía Rómulo), pero en lugar de declarar la guerra (para evitar derramar sangre en dos ciudades unidas por lazos familiares, culturales e históricos), cuenta la leyenda que ambos reyes (Tulio y Cayo Cluilio rey de Alba Longa) llegaron a un pacto: un combate entre dos grupos de hermanos: por un lado tres hermanos romanos de la familia de los Horacios, y por otro lado tres hermanos albanos de la familia de los Curiacios. Y daba la casualidad que una hermana de los Horacios (Camila) estaba casada con un Curiacio: la tragedia estaba servida. Sólo sobrevivió uno de los Horacios el resto murieron en el combate por tanto la ciudad de Alba se sometió a Roma en base a lo acordado.
La muerte de Tulio Hostilio también está envuelta en la leyenda. Se cuenta que Júpiter enojado por las continuas campañas bélicas de Tulio Hostilio lo mató lanzándole un rayo. Era el año 642 a.C.
Sin embargo todo apunta a que fuera asesinado por Anco Marcio, su sucesor. Este IV Rey de Roma era Nieto de Numa (2º Rey).
Anco Marcio será recordado por conquistar el Lacio. Es curioso el procedimiento que los romanos tenían para declarar la guerra: el rey enviaba a los heraldos (también llamados feciales) quienes portaban flechas o dardos con la punta quemada y empapada en sangre al reino al que iban a declarar la guerra. Se presentaban ante el rey y arrojaban al suelo los dardos y flechas diciendo que los romanos les declaraban la guerra. Estos heraldos eran respetados por todos los pueblos y nadie se atrevía a matarles ni a hacerles daño.
El ejército romano cada vez era más fuerte y poderoso y es que la preparación militar ocupaba un lugar prominente en la cutura romana. Existía cerca de Roma una gran llanura llamada Campo de Marte y allí iban los jóvenes a ejercitarse en toda clase de juegos de fuerza y de destreza; unas veces luchaban unos con otros, otras jugaban al tejo con discos de plomo que eran muy pesados, y los lanzaban con destreza. Otras veces corrían casi desnudos o cargados con armas pesadas, apostando a quién llegaría el primero a un punto distante, y después atravesaban nadando el río Tíber. Con esta preparación cuando iban a hacer la guerra a países lejanos la victoria estaba casi garantizada.
Por esto cuando el rey Anco Marcio hizo la guerra a los latinos (habitantes de Lacio), los derrotó en muy poco tiempo. Quemó o destruyo sus ciudades y les impuso ir con sus mujeres e hijos a vivir a Roma, que era ya una ciudad grande y poderosa por su extensión por lo que tuvo que ampliar los límites de la ciudad. Construyó el puerto de Ostia e hizo que por primera vez Roma llegara al mar. Suyo es el primer puente de madera sobre el Tíber y la primera cárcel, consecuencia inevitable del crecimiento progresivo de la ciudad y con él, de sus problemas.
De esta manera un siglo después de su fundación, el primitivo núcleo de pastores había ido creciendo hasta convertirse en una ciudad grandiosa, digna de tenerse en cuenta.
A los cuatro primeros reyes, originarios de Roma, les sucedieron tres monarcas etruscos, de la poderosa familia de los Tarquinios. Pero esta apasionante historia la dejamos para otro día…
Fuentes: www.mcnbiografias.com ; www.e-torredebabel.com