Hoy es sabbattum (sábado), el día del Dios Saturno.

Después de la experiencia vivida ayer, mi familia y yo esperamos impacientes a la caída del sol, para engalanarnos con nuestras túnicas y estolas y partimos prestos al centro de nuestra ciudad, Ventippo, para no perdernos ninguno de los acontecimientos que nos brindaba la segunda noche del Festival Romano.

Nuestra primera parada fue el Mercado de Artesanos. Con más calma que ayer, fuimos visitando los diferentes puestos: el del  vino, donde nos ofrecieron degustaciones de vino romano con especias y sabores diferentes; la tienda de las aves y rapaces en la que los pequeños disfrutaron viendo halcones, mochuelos, lechuzas y águilas, el símbolo de nuestra cultura. En el puesto de los mosaicos descubrimos nuevos usos para este arte tan tradicional: juegos, abrecartas, colgantes… todo ello hecho con pequeñas teselas de colores ¡una maravilla!

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Todo nos llamaba la atención! y nos dejamos algunas monedas en los diferentes puestos del mercado comprando dulces, adornos, especias, jabones, telas…

vino2 Desde aquí nos dirigimos al Teatro de la ciudad, donde los artesanos de Baética nos enseñaron como elaboran el vino romano, sus variedades y algunas curiosidades, como la costumbre que tenemos de diluirlo con agua a la hora de servirlo para reducir su poder embriagante y así poder beber más. ¡ Y es que a los roman@s nos gusta este elixir de dioses!

 

De paseo de nuevo, nos encontramos por las calles de Ventippo con bufones y artistas que hacían las delicias de grandes y pequeños y…ambiente12

cuál fue nuestra sorpresa cuando nos enteramos que nuestros vecinos ventipponenses, Marcus e Himilde se desposaban. Rápidamente acudimos de nuevo al Teatro donde el Pontifer Maximus dirigió una bonita ceremonia para nuestros amigos y como colofón, unas pequeñas «ninfas» danzaron para los nuevos esposos.

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Contentos y felices por el acontecimiento nos dirigimos a las tabernas para degustar de nuevo las viandas y allí estábamos disfrutando con nuestros amigos de una noche espectacular, cuando un quejío, un cante nos llamó y nos guió por las calles de Ventippo hasta llevarnos ante una mujer, todo arte y pasión, que cantaba inundándonos de sentimiento; era Cristina Rodríguez de Tovar famosa cantaora de flamenco.

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Con el espíritu lleno, cuando acabó su actuación, nuestros pasos nos llevaron al Oppidum y allí pudimos ver en detalle la reproducción de la Villa del Alcaparral (magnífica villa de los alrededores de Ventippo) y su famosos mosaico «Juicio de Paris».

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Cuando ya los legionarios descansaban en su campamento,

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nos dirigimos al Mirador de Ventippo

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donde el aire de la noche refrescó nuestros sentidos y nuestra mente y desde allí, viendo tan engalanada nuestra Ciudad de Ventippo, sólo pudimos pensar en lo orgullosos que estamos de ser Ventipponenses.

fin

Hasta mañana!